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Signos y síntomas clínicos de la influenza

Recomendaciones para la Prevención y Control de la Influenza

Diagnóstico

Signos y síntomas

Los virus de la influenza se diseminan entre las personas, principalmente a través de la transmisión de partículas en las gotitas que van por el aire respiratorias (por ejemplo, cuando una persona infectada tose o estornuda cerca de una persona propensa a la influenza). El contagio a través de grandes partículas en forma de gotas exige que exista un contacto cercano entre el agente transmisor y la persona contagiada porque las gotas no permanecen suspendidas en el aire y viajan generalmente sólo una corta distancia (menor o igual a 1 metro) por el aire. El contacto con superficies contaminadas con gotas respiratorias es otra posible fuente de contagio. También se cree que es posible el contagio a través del aire (a través de residuos de partículas pequeñas [menores o iguales a 5µm] de gotas evaporadas que podrían permanecer suspendidas en el aire por largos periodos de tiempo), aunque los datos que apoyan el contagio a través del aire son limitados. El periodo de incubación típico para la influenza es de 1 a 4 días (promedio: 2 días). La mayoría de los adultos puede contagiar a otros a partir del 1° día antes de que los síntomas se desarrollen y hasta 5 a 7 días después del inicio de la enfermedad. Algunas personas, en especial los niños y las personas con sistemas inmunitarios debilitados, podrían causar contagios por un tiempo más prolongado.

La influenza sin complicaciones se caracteriza por la aparición repentina de signos y síntomas congénitos y respiratorios (por ej., fiebre, mialgia, dolor de cabeza, malestar, tos no productiva, dolor de garganta y rinitis). En los niños, otitis media, náuseas y vómitos también se informan comúnmente con la influenza. La influenza sin complicaciones generalmente se resuelve luego de 3-7 días para la mayoría de las personas, aunque la tos y el malestar pueden persistir por >;2 semanas. Sin embargo, las infecciones con el virus de la influenza pueden causar neumonía viral de la influenza primaria; empeorar afecciones médicas subyacentes (por ej., enfermedad pulmonar o cardiaca); desencadenar neumonía bacteriana secundaria, sinusitis u otitis media o contribuir con coinfecciones con otros microbios patógenos virales o bacterianos. Los niños pequeños con la infección por virus de influenza podrían tener síntomas iniciales imitando septicemia bacteriana con fiebre alta, y se han reportado convulsiones febriles en 6%-20% de niños hospitalizados con la infección del virus de influenza. Los estudios basados en la población entre los niños hospitalizados con influenza confirmada en el laboratorio han demostrado que aunque la mayoría de las hospitalizaciones son breves (2 o menos días), el 4%-11% de los niños hospitalizados con influenza confirmada en el laboratorio requerían tratamiento en la unidad de cuidados intensivos y el 11% requería asistencia respiratoria mecánica. Entre 1 308 niños hospitalizados en un estudio, el 80% tenía <5 años y el 5% tenía <6 meses. La infección por virus de influenza también ha sido comúnmente asociada a encefalopatía, mielitis transversa, miositis, miocarditis, pericarditis y síndrome de Reye.

Las enfermedades respiratorias causadas por la infección del virus de la influenza son difíciles de diferenciar de las enfermedades provocadas por otros microbios patógenos respiratorios teniendo en cuenta los signos y síntomas únicamente. La sensibilidad y el valor predictivo de las definiciones clínicas varían dependiendo del predominio de otros microbios patógenos respiratorios y del nivel de actividad de la influenza. Entre los adolescentes y adultos más grandes generalmente sanos que viven en áreas con circulación confirmada del virus de la influenza, los cálculos del valor predictivo positivo de una definición clínica simple de influenza (aparición repentina de tos y fiebre) por infección con influenza han variado (variedad: 79%-88%).

Los niños pequeños tienen menos posibilidades de comunicar los síntomas típicos de la influenza (por ej., fiebre y tos). En estudios realizados entre niños de 5-12 años, el valor predictivo positivo de fiebre y tos juntos fue del 71%-71%, comparado con el 83% entre niños de <5 años. En un gran estudio de vigilancia basado en la población en el cual a todos los niños con fiebre o síntomas de infección aguda en las vías respiratorias se les realizó la prueba de la influenza, el 70% de los niños hospitalizados de <6 meses con influenza confirmada en el laboratorio tienen fiebre y tos, comparado con el 91% de niños hospitalizados de 6 meses a 5 años. Entre los niños que posteriormente demostraron tener infecciones de influenza confirmadas en el laboratorio, sólo el 28% de los hospitalizados y el 17% de los que fueron tratados como pacientes ambulatorios tuvieron un diagnóstico de alta de influenza.

Las definiciones clínicas han sido deficientes en algunos estudios de pacientes mayores. Un estudio de pacientes no hospitalizados de 60 años y mayores indicó que la presencia de fiebre, tos y aparición repentina tenían un valor predictivo positivo del 30% para influenza. Entre los pacientes hospitalizados de 65 años y mayores con enfermedad cardiopulmonar crónica, una combinación de fiebre, tos y enfermedad de <7 días tuvo un valor predictivo positivo del 53% para la infección por el virus de la influenza confirmada. Además, la ausencia de síntomas de enfermedades similares a la influenza (ILI) no descarta la posibilidad de influenza de manera efectiva; entre los adultos hospitalizados con infección confirmada en el laboratorio en dos estudios, el 44%-51% tenía los síntomas típicos de enfermedades similares a la influenza. Un estudio de personas mayores vacunadas con enfermedad pulmonar crónica arrojó que la tos no predecía la infección por virus de influenza confirmada en el laboratorio, aunque al tener tanto fiebre como febrilidad y mialgia tenían un valor predictivo positivo del 41%. Estos resultados destacan los retos de identificar la influenza en ausencia de confirmación de laboratorio e indican que el diagnóstico de influenza debe ser considerado en pacientes con síntomas respiratorios o fiebre durante la temporada de influenza.

Hospitalizaciones y muertes por influenza

En los Estados Unidos, las epidemias anuales de influenza generalmente ocurren durante los meses de otoño o invierno, pero el pico máximo de la actividad de la influenza pueden ocurrir incluso en abril o mayo (figura 1). Las complicaciones por la influenza que requieren atención médica urgente, incluso las hospitalizaciones o muertes, pueden surgir de los efectos directos de la infección por el virus de influenza, de complicaciones asociadas a la edad o al embarazo, o de complicaciones a raíz de afecciones cardiopulmonares subyacentes u otras enfermedades crónicas. Los estudios que han medido los índices de un resultado clínico sin una confirmación de laboratorio de la infección por virus de la influenza (por ej., enfermedades respiratorias que requieren hospitalización durante la temporada de influenza) para evaluar el efecto de la influenza puede ser difícil de interpretar debido a la circulación de otros microbios patógenos respiratorios (por ej., virus respiratorio sincital) durante el mismo tiempo que los virus de influenza.

Durante la epidemia de influenza estacional desde 1979-1980 hasta 2000-2001, la cantidad general anual aproximada de hospitalizaciones asociadas a la influenza en los Estados Unidos variaba de aproximadamente 55 000 a 431 000 por epidemia anual (promedio: 226,000). La cantidad anual aproximada de muertes que se atribuye a influenza desde la temporada de influenza 1990-91 hasta 1998-99 varió de 17 000 a 51 000 por epidemia (promedio: 36,000). En los Estados Unidos, la cantidad aproximada de muertes asociadas a la influenza aumento durante 1990-1999. Este aumento se atribuyó en parte al aumento sustancial de la cantidad de personas de 65 años y mayores que corrían mayor riesgo de muerte a causa de complicaciones por influenza. En un estudio, un promedio de aproximadamente 19 000 muertes por causas pulmonares y circulatorias asociadas a la influenza por temporada de influenza se produjeron durante 1976-1990, comparado con un promedio de aproximadamente 36 000 muertes por temporada durante 1990-1999. Además, los virus de influenza A (H3N2), los cuales han sido asociados a mortalidad más alta (54), predominaron en el 54% de la temporada de influenza durante 1990-1999, comparados con el 57% de las temporadas durante 1976-1990.

Los virus de influenza causan enfermedad entre personas de todos los grupos etarios. Los índices de infección son más altos entre niños, pero los riesgos de complicaciones, hospitalizaciones y muertes por influenza son más altos entre personas de 65 años y mayores, niños pequeños y personas de cualquier edad que tienen afecciones médicas que los coloca en mayor riesgo de complicaciones por la influenza. Los índices estimados de hospitalizaciones y muertes asociadas a influenza variaron considerablemente por grupo etario en estudios realizados durante diferentes epidemias de influenza. Durante 1990-1999, los índices promedio estimados de muertes por causas pulmonares y circulatorias asociadas a la influenza por 100 000 personas fueron 0.4-0.6 entre personas de 0-49 años, 7.5 entre personas de 50-64 años y 98.3 mayores de 65 años.

Figura 1. Pico máximo de actividad de la influenza, por mes


NOTA: El texto anterior fue extraído de Prevención y control de la influenza - Recomendaciones del Comité Asesor sobre Prácticas de Vacunación (ACIP, por sus siglas en inglés) 2008. MMWR 2008 de agosto de 8; 57(RR07);1-60. (También disponible como archivo PDF [586 KB, 64 páginas]).

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