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Respuestas de expertos

P: Mi hijo no parece responder bien a los elogios. Si lo elogio por haber hecho algo bien, como guardar sus juguetes, comienza a arrojarlos. ¿Por qué actúa así?

R: Es cierto que algunos niños se comportan mal después de recibir un elogio. Esto se produce por dos motivos. En primer lugar, puede que su hijo esté buscando más atención. Si usted le grita o lo regaña por arrojar sus juguetes, le está dando una forma de atención que se denomina “atención negativa”. A veces, los niños encuentran que recibir atención negativa, como gritos o reprimendas, es mejor que no recibir ninguna atención. También es posible que su hijo se comporte mal después de que lo elogien porque no sabe responder de otra forma. Tal vez necesite tiempo para habituarse. Lo importante es que usted siga elogiándolo por las conductas que a usted le gustaría ver con más frecuencia. Ignore los comportamientos desafiantes cuando pueda, pero sin que esto ponga en peligro al pequeño. Siempre detenga de inmediato las conductas peligrosas o destructivas y utilice el método disciplinario de su elección.

P: ¿Por qué es necesario el elogio? No creo que deba felicitar a mi hija por cosas que debería hacer de todos modos, como guardar sus juguetes al terminar de jugar. ¿En verdad es tan importante elogiarla por cada pequeña cosa que haga?

R: Es probable que la mayoría de las personas estén de acuerdo con que los niños no necesitan ser elogiados por todo. La cuestión es que su hija no puede leerle la mente. El elogio la ayuda a aprender qué conductas le agradan a usted y qué espera que ella haga de nuevo. Al enseñarle una nueva conducta, elógiela MUCHO al comienzo y luego, con el tiempo, reduzca la frecuencia de los elogios. Es útil considerar los elogios como un recordatorio. Al principio, los niños pequeños y los prescolares necesitan recordatorios constantes sobre las conductas que usted espera de ellos, pero con el tiempo serán menos necesarios. Podría felicitarla por determinada conducta una vez al día, luego una vez a la semana y tal vez ya no necesite hacerlo cuando esa conducta se vuelva un hábito. Si su hija “se olvida” y deja de guardar sus juguetes, podría hacerle un elogio relacionado con esa conducta para alentarla a que lo haga de nuevo. Usted debería notar que ese comportamiento vuelve a manifestarse después del elogio.

P: Estoy tratando de elogiar a mi hijo con más frecuencia. Ahora que pongo más atención, he notado que tiene MUCHAS buenas conductas, lo que me hace difícil saber cuáles debería elogiar. ¿Debería felicitarlo por muchas conductas o solo elegir una a la vez?

R: Los padres suelen tener uno de estos dos problemas: su hijo tiene MUCHAS conductas dignas de elogio o sienten que no tiene NINGUNA que elogiar. De cualquier modo, el objetivo es elegir las conductas que desee ver con más frecuencia y elogiarlo por ellas. Si su hijo está haciendo muchas cosas bien, elija una conducta que quisiera ver aún más y elógiela a menudo. Si su hijo no está haciendo algo que merezca un elogio, tal vez deba enseñarle la conducta primero. Por ejemplo, si desea que el niño se siente en su silla para cenar, puede ponerlo en la silla y luego elogiarlo por sentarse allí. Con el tiempo, lo elogiará solo cuando se siente por su cuenta.

P: La conducta de mi hija está fuera de control. No hace nada que yo pueda elogiar. ¿Qué debo hacer?

R: Si su hija tiene muchas conductas desafiantes o parece estar portándose mal solo para llamar la atención, puede ser difícil encontrar algo que elogiar. En momentos como este, suele ser útil elogiar comportamientos simples, como caminar junto a usted en el supermercado o jugar sola en silencio.

Otra forma de encontrar conductas que elogiar es pensar en lo opuesto de la conducta desafiante. Para hacer esto haga una lista de las conductas problemáticas de su hija y luego piense cuáles serían las opuestas a cada una, o qué desearía que su hija hiciera en lugar de eso. Cada vez que vea a la niña haciendo lo opuesto, o cuando la vea portándose bien, elógiela. Al elogiar la buena conducta, le está haciendo saber a su hija lo que a usted le gusta que haga en lugar de decirle qué NO DEBE hacer. Por ejemplo, a su hija tal vez le resulta difícil no correr dentro de la casa. Usted le ha dicho varias veces que no corra. En otras palabras, le ha dicho lo que no debe hacer. Ahora considere lo opuesto. Dígale a la niña lo que desea que haga. Ya que caminar es lo contrario a correr, elógiela cada vez que la vea caminando. Con el tiempo ella aprenderá que obtiene elogios cuando camina y no cuando corre, y esa conducta positiva ocurrirá con más frecuencia.

Cuando descubra a su hija portándose bien y haciendo lo que usted desea, elogie esas conductas a menudo. Cuando esas conductas comiencen a verse más seguido, podrá disminuir la frecuencia de los elogios.

P: Con todo lo que tengo que hacer, me resulta muy difícil apartar un momento especial para estar con mi hijo. Por lo general jugamos juntos los fines de semana, pero los días de semana son muy ajetreados. Esto me hace sentir culpable, pero no sé qué más hacer. ¿Cómo puedo pasar más tiempo con mi hijo?

R: Ser padre o madre es uno de los trabajos más difíciles, pero más importantes que tenemos. A veces puede parecer que la crianza se trata solo de asegurarse de que los niños sean alimentados, estén limpios, vestidos y de que hagan lo correcto. Pasar tiempo a solas con su hijo es especialmente difícil si no se cuenta con el apoyo de un cónyuge, pareja o familiares, o si se tiene más de un hijo. A veces hay que ser creativos para que eso ocurra. Tal vez no pueda jugar con su hijo 30 minutos todos los días, pero... ¿puede hacerlo durante unos 5 o 10 minutos? Hacer cosas juntos, como leer, crea oportunidades para que usted y su hijo pasen un tiempo en el que disfruten de la compañía mutua y a la vez se refuerce el vocabulario del niño, sus conocimientos y su comprensión del mundo. Si tiene varios hijos, puede tener un “tiempo de lectura familiar” en el que los niños practiquen lo que es esperar su turno.

P: Los problemas de los niños no son tan importantes. Solo tienen que aprender a dejar pasar las cosas y serán más felices. ¿Por qué es importante escuchar de manera activa los problemas que tienen los niños pequeños y los prescolares?

R: A veces es tentador restarle importancia a los problemas de nuestros hijos. Esto es especialmente cierto si hemos tenido un mal día, estamos ocupados o los mismos problemas aparecen una y otra vez. Sin embargo, los niños necesitan saber que vamos a escucharlos. Escucharlos de manera activa les demuestra que nos importan sus sentimientos, que entendemos sus necesidades y que aceptamos cómo se sienten. Si constantemente ignoramos a nuestros hijos y sus problemas, no vendrán a buscarnos cuando sean mayores y necesiten tomar decisiones importantes sobre cosas como el alcohol, las drogas y el comportamiento sexual. Escucharlos de manera activa en la niñez ayuda a establecer una comunicación abierta y positiva a lo largo de la vida de nuestros hijos y sienta las bases para las conversaciones importantes que tendrán lugar más adelante.

P: Me cuesta escuchar activamente a mi hijo porque es muy sensible. No creo que él deba llorar ni responder de la manera en lo que hace. ¿Cómo puedo ser bueno para escuchar y saber qué decirle?

R: No siempre tiene que estar de acuerdo con los sentimientos de su hijo. Cuando escuche en forma activa, su papel es reflejar o repetirle lo que cree que él siente. Esto le hace saber a su hijo que a usted le importa y que le interesa escuchar sus sentimientos. Si no está de acuerdo con lo que él siente, puede decir algo como “ya veo”, “te entiendo” o “ajá”. Cuando le decimos a nuestro hijo que deje de sentirse de determinada manera o que deje de preocuparse, no lo estamos ayudando a aprender a lidiar con sus sentimientos. Algunas veces, los niños lloran porque es la única forma que conocen de demostrar que no están felices. Cuando uno los ayuda a definir sus sentimientos, también se les brindan herramientas para tratar las emociones. Si los sentimientos de su hijo han sido heridos, usted puede reconocer la tristeza y el dolor, y hacerle saber que a veces es útil decirle a la otra persona que lo ha lastimado.

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